DIBUJO A LÁPIZ Segunda tarea de la cuarentena.
TIPOS DE LÁPICES DE GRAFITO
https://www.youtube.com/watch?v=5YgmelqWsnU
TÉCNICAS DE SOMBREADO.
https://www.youtube.com/watch?v=C2qgfN0k3DU
VASO DE AGUA
Atrévete a seguir un tutorial para dibujar un vaso con agua.
https://www.youtube.com/watch?v=lpbW3Aq0PB0
BOLA DE CRISTAL
Si prefieres también puedes hacer una bola de cristal.
https://www.youtube.com/watch?v=gDrnyp-Jx0g
SOMBREADO CON LÁPICES DE COLOR.
https://www.youtube.com/watch?v=M9Ziz_iWIko
Elige una de las dos opciones y mándala terminada al correo profesoramaytecb@gmail.com
ANÁLISIS DE UN CUADRO
Primera tarea de la cuarentena:
Selecciona un cuadro de autor canario , o no y analiza los siguientes aspectos en él:
- Documentación: Título, técnica, soporte, dimensiones, museo en que se encuentra, autor, estilo pictórico al que pertenece, etc.
- Aspectos Compositivos:
- Esquema compositivo.
- Líneas de fuerza visual
- Elementos y su distribución en el espacio.
- Análisis de texturas materiales.
- Análisis de Luz y sombra.
- Análisis cromático.
- Interpretación personal.
EJEMPLO:
LA LECHERA
La lechera es uno de los cuadros más famosos del artista holandés Johannes Vermeer, cuya datación, como casi toda la obra de Vermeer, solo puede ser aproximada. Se trata de un óleo sobre lienzo de reducidas dimensiones, custodiado en el Rijksmuseum de Ámsterdam.
Se sabe que nació en Delft en 1632 y que murió en 1675 en la misma ciudad. Se casó con Catherina Bolnes y tuvo 11 hijos. Al morir no contaba con muchos bienes y entre ellos no había cuadros.
Al igual que la mayor parte de los pintores holandeses del siglo XVII, Vermeer pintó lienzos de caballete de tamaño mediano o pequeño. Eran cuadros destinados a embellecer las pequeñas casas de los burgueses y reflejaban la vida cómoda, próspera y placentera de esta sociedad.
Vermeer pintó muchos de sus cuadros matizando las escenas con la luz tenue que penetra por una ventana o una puerta, la mayor parte de las veces desde el lado izquierdo, dotando de una luminosidad increíblemente sutil a las figuras y objetos que están moldeados por ella. Ningún otro artista de la época y muy pocos en la historia de la pintura logró recrear esa luz interior, a la vez cálida y polícroma como lo hizo Vermeer. A través de ella las personas y los objetos adquieren una enorme complejidad cromática, llena de cambios delicados, nunca abruptos, matizados por suaves tonalidades. Las sombras se difuminan suavemente envolviendo las superficies y equilibrando la profundidad de la escena. El realismo resultante es magistralmente veraz, es como si de pronto nuestro ojo de observador adquiriese la capacidad de registrar hasta las últimas variaciones cromáticas que existen en el ambiente que está captando y su compleja profundidad. Podríamos decir que Vermeer nos permite tener el privilegio de poder ver más allá de lo que es posible con nuestra vista.
“La Lechera” es uno de esos cuadros en que la autoría de Vermeer no ha sido puesta en duda. Sus reducidas dimensiones (apenas 44,5 cm × 41 cm) lo evidencian como un cuadro destinado a la decoración de un ambiente pequeño. Pero estas dimensiones tan reducidas nos hacen maravillarnos aún más por la capacidad de este artista de recrear cada elemento y el conjunto con tan increíble detalle y luz. Seguramente utilizó pinceles muy finos y delgados y quizás también usó algún lente de aumento para trabajar; en Holanda se especializaban en construir estos artefactos por esa época.
En el cuadro hay tres componentes básicos: la mujer, evidentemente una criada que está vertiendo la leche de una jarra y está ubicada en el centro geométrico, el bodegón compuesto por los artefactos que hay sobre la mesa y colgados de la pared y la esquina de la habitación en donde se desarrolla la escena. Pero es la armonía de azules y amarillos (colores complementarios, es decir, que vibran cuando se combinan) bajo la luz que penetra por la ventana la verdadera protagonista de esta gran obra maestra. Ya sólo cualquier parte del cuadro podría ser una maravillosa obra de arte, pero en combinación es inmensamente más enriquecedora. Personalmente me maravilla la tersura de la leche que está cayendo de la jarra, podemos apreciar sus cualidades texturales y hasta su pastosidad. Me pregunto cuántas veces tuvo Vermeer que pedirle a alguien que derramara esa leche enfrente de él para captar con tanta verosimilitud y riqueza de textura su cualidad líquida. En verdad, ninguna foto, por detallada y clara que pudiera ser, le hace justicia a esta joya del arte de todos los tiempos. ¡Y pensar que estaba destinada solamente a decorar una pared!